Vivo en
un mundo de mentiras, por ejemplo; hoy le he soltado la mentira de que no te
necesito al espejo. Le dije que no es cierto que te recuerdo con cariño
mientras contemplaba el reflejo de la cajita donde guardo todas y cada una de
las cosas que me regalas escondida como una niña pequeña a mis espaldas.
Anoche la abrí,
buscando tu mirada como lo hago en cada grupo de personas que se reúne en el
mismo lugar donde nos hemos visto tantas veces.
Y como
no hacerlo, si en ella encuentro la fuerza para darle sentido y sentimiento a
este texto. Para que sientas que lo que digo no viene de una nebulosa
turbulenta de una noche sino de algo más complejo y sin medidas.
Hoy me
he pintado los labios con excusas de entrevista, llevo puestas las ganas de que
seas tú quien los despinte. Suponiendo que no existe nada en el universo más
exquisito que el roce de tus labios.
Hoy
visto una sonrisa, veo tus manos en la brisa que agita los bordes de la falda
negra que tanto te gusta, ya sabes, anhelando tu tacto en mis piernas cuando
sopla una ventisca. Y me agita el alma, me rompe el corazón, y me queman las
ganas cuando imagino el huracán que desataríamos si me tocaras.
¿Cómo
es posible que esa sonrisa sea tan destructiva?
Me he
puesto a escribir pensando que tú lo haces para mí, haciéndome tuya en cada
verso igual que el pasto a nuestros pies. Y me pongo en pie de guerra contra el
lápiz que sostienes entre los dedos.
Volví a
las carreras de sabana y colchón, a dormir desnuda mientras te dejo el primer
lugar entre mis piernas. Pues no te quiero por si acaso, yo te quiero por
supuesto.
Vivo en
un mundo de mentiras, dispuesta, QUERIENDOTE HOY MENOS con la mentira QUE
MAÑANA.